sábado, 2 de noviembre de 2019

Volver a la normalidad




Volver a la normalidad

Si te gusta este afiche o lo compartes es porque el estallido social no te agrada. Probablemente, pienses que es cierto que hay cosas que mejorar y que de verdad hay gente que lo pasa mal. Quizás tú mismo tengas un par de deudas por ahí, pero te has acostumbrado a ello. Seguramente, te parece una insensatez que quienes marchan pidan tantas cosas que los políticos obviamente no pueden mejorar de una vez. Tú sabes que se requiere tiempo para cambios profundos. Puede ser que te duelan además algunas expresiones como "paco culiao" o " milico asesino" porque en tu familia o amistades hay personas que han vestido el uniforme y te parecen buenas. Hasta quizás tuviste la mala fortuna de votar por Piñera, pero no te culpo, en ese entonces no te imaginabas que él pudiera ser un líder tan nefasto. Estoy segura que no te gusta que la gente sea violenta, que rompa las calles, que queme edificios y que robe. Debes creer que todos ellos hacen mucho daño a ciudadanos honestos y esforzados como tú.

Es cierto, tienes razón. A mí también me gustaría vivir en una sociedad donde no haya que salir a marchar para pedir lo que se necesita ni que se tenga que hacer escándalo para ser escuchado. Me gusta salir a la calle tranquila sin tener que planificar mi ruta para no encontrarme con desmanes (tengo una bebé y un hijo pequeño). Tampoco comparto las ofensas hacia las personas. No digo cosas como "mi vecina es maraca". Por eso no me gustan igualmente las expresiones como "paco ctm", pero entiendo que quien lo dice se refiere al rol del carabinero y que critica su actuar. Y sin duda nadie puede negar que su conducta en general ha sido brutal, desmesurada y violenta en estos días. Y entiendo que protestes contra la violencia. Nadie se siente bien ejerciéndola, menos aún siendo víctima de ella. Pero lamento decirte que no estamos en la sociedad ideal que quisieras.

En nuestro país hay pobreza y desigualdad. Eso trae conductas violentas como las que ves en la tele y que están afectando tu ciudad. Hay niños en Chile que crecen en ambientes así, desprotegidos, escuchando balazos, con miedo. Hay mujeres golpeadas, hombres atrapados en la droga. Pero tú no sufres eso, porque estás en otro lugar, estás en tu oasis. Sin embargo, en estos días, como nunca antes, te está tocando ser ese niño miedoso, con incertidumbre, que se siente violentado, que le destruyen lo suyo, que no lo dejan ser libre ni vivir en paz. El niño pobre lo vive a diario, tú conmigo, solo un par de días.

Pero si tú conmigo y los otros luchamos por combatir esta pobreza podríamos hacer que disminuya. Si la pobreza se acaba y si los ricos sueltan las lucas ya no tendríamos que pedir volver a la normalidad, a lo acostumbrado, porque podríamos vivir en una normalidad mejor. Tú podrías estar mejor y tu vecino también y el niño pobre igual. Somos sociedad, no podemos habitarnos como islas. Quizás no te guste marchar, y eso está bien. Todos podemos expresarnos como mejor nos salga. A mí me gusta escribir. Pero no te restes, no te apartes, no pidas volver a la normalidad. Todavía no estamos cerca de lograr cambios significativos y duraderos. Cuando en muchos años más tu nieto te pregunte: "abuela, ¿tú qué hiciste para la revolución de 2019?" No pases la vergüenza de decirle que compartiste un afiche para volver a la egoísta normalidad.

Natalia Casas.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Lumpen

Lumpen una vez fue un bebé en la guatita de su mamá, quien no siguió la mejor dieta que lo nutriera adecuadamente, incluso ella consumió alcohol y drogas durante su gestación. Cuando bebé Lumpen nació no encontró un pecho tibio ni alguien que oliera extasiado el aroma de su cabecita. Bebé Lumpen lloró y lloró, pero solo encontró oídos sordos. Aprendió sus primeras palabras y dio sus primeros pasos, pero los aplausos no sonaron.

Niño Lumpen creció y no encontró a quién contar cuál era su color favorito ni mostrar lo alto que podía saltar. Niño Lumpen se portaba mal. No era obediente. No era empático con sus pares. No aprendía bien y era un distractor para sus compañeros en clases. Sin duda una mala influencia. Niño Lumpen repitió de curso y repitió otra vez hasta que dejó de ir a la escuela.

El adolescente Lumpen creció antes que el resto. Fue independiente pronto y lo atrajo el camino fácil. Se deslumbró con la plata, las drogas, la calle. La marginalidad lo acogió. Ahí se sentía él mismo. No juzgado. Libre. La oscuridad, las esquinas, el asfalto fueron su hábitat. Delinquió pronto. Estuvo en Sename. Regresó a la calle. Se ocultó en las sombras. Fue y volvió varias veces.

Hoy ya es tarde para Lumpen. Hay una ciudadanía entera condenando sus actos. Y es cierto, su forma de expresión no es sana, es dañina, es violenta. Sus actos no deben quedar impunes. Y yo lo siento tanto, Lumpen, porque sé que naciste para ser amado, atendido y educado, pero no tuviste la suerte de tener una familia ni un país que lo hiciera.

Hoy ya es tarde para ti Lumpen. Yo, atemporal e imaginariamente, quisiera mecerte en mis brazos, desvelarme noches enteras cuidando tus sueños, mostrarte libros graciosos, explicarte por qué la luna cambia de formas, escuchar paciente tu llanto y consolarte con un beso. Llegué tarde para ti. Todos llegamos tarde para ti.

Por eso es urgente, por eso es inmediato detener la rueda de la injusticia y el egoísmo. Nuestra sociedad no puede seguir gestando, criando y formando más Lumpen. Queremos que todos los niños sean libres y felices, sanos e inteligentes, para que un día sea factible que actúen como tú esperas, como ciudadanos respetuosos y amantes de su prójimo.

Natalia Casas A.